jueves

¿…y los presos qué dicen?

Palabra que nombra el conflicto
Desde el año 2002 un grupo de comunicadores sociales junto a una veintena de presos llevamos adelante, en la cárcel de barrio San Martín, un espacio de reflexión, diálogo y trabajo al que denominamos Taller de Periodismo. El espacio se fue consolidando de a poco y, paso a paso, se instaló como un “lugar” educativo dentro de la cárcel, un “espacio” de horizontalidad y producción colectiva. Lugar, espacio, taller son conceptos que rodean al trabajo de discusión y reflexión sobre la situación vivencial de los presos que –por diversos delitos, con diversas condenas- concurren todos los viernes a pensar y producir.
“Nosotros venimos al taller para contribuir al crecimiento personal, el desarrollo intelectual y para tener la oportunidad de compartir con compañeros que tienen mucha capacidad de narración y dibujo”, escribieron el año pasado tres integrantes del taller. “Comunicar educando, una bella canción puesta por un artista en labios de unos marginados”, sintetizó otro compañero.

Palabras como éstas contextualizaron el acto que se realizó en septiembre de 2005, en el cual los presos presentaron un almanaque y una serie de afiches sobre prevención del Sida y la tuberculosis. Este trabajo fue el producto de un concurso en el que participaron alrededor de cien internos y que estuvo organizado por los integrantes del taller, quienes elaboraron las bases, pensaron el nombre de certamen -“Despertá tu ingenio”-, realizaron la difusión y la entrega de premios.
Tanto el concurso como el acto de premiación fueron las actividades más convocantes y de mayor envergadura después del motín de febrero de ese año; por ello significó un gran esfuerzo de organización, negociación con diversas áreas de la cárcel, y mucha visibilidad al interior del establecimiento. La actividad permitió evaluar la capacidad organizativa del grupo, que hasta los años anteriores se había centrado fuertemente en la producción periodística.

Del murmullo a la palabra

El periodismo, para nosotros, no es un conjunto de herramientas objetivas, sino que se convierte en una práctica de comunicación en la cual no sólo se difunde información, sino que se construye la idea de sujeto, de preso, de hombre. “Comunicar” también es indagarnos, reflexionarnos, vernos en el otro como par y hablar desde nosotros como lo que somos. Ese “qué somos” es, seguro, una construcción que se renueva en cada trabajo, en cada charla y discusión: privados de la libertad, hombres que erraron el camino, víctimas de un sistema injusto que castiga al pobre, presos, sujetos con derechos y potencialidades, entre otras definiciones.

En este caso, el periodismo aparece como una excusa para generar un taller que tiene como eje a la palabra. Una palabra que se resignifica colectivamente y pone de manifiesto las expectativas y deseos de un grupo que, precisamente, se caracteriza por no gozar del derecho a expresar sus ideas, su destino, en un espacio visible. Para la voz de los presos la sociedad ha reservado el banquillo de los acusados o la sección policial de los diarios, dos espacios en los cuales sus interlocutores explican lo inexplicable en lenguas extrañas.
Nos interesa, en contraposición, pensar una instancia en la cárcel que reconozca la palabra de los presos, palabra que nace de la desigualdad, palabra confinada al silencio, palabra que nombra el conflicto. En otros términos, nos imaginamos un lugar donde ése hombre que para la sociedad parece no tener voz ni rostro, pueda preguntarse por su identidad y por las condiciones que determinan su existencia en el mundo, su presencia en la cárcel, su futuro en la calle.
Bajo estas consignas apostamos a que la palabra construida grupalmente otorgue nuevos sentidos a las acciones, permita historizar las prácticas y, por qué no, transformarlas. En este contexto, adverso entre los más adversos, es también un desafío generar un mundo habitado por voces, gestos y vínculos que reemplace la soledad de los cuerpos en el encierro y permita pensar alternativas que no reproduzcan las estrategias del individualismo y la lógica de la verticalidad.


La organización colectiva

Luego del motín, el inicio del taller se vio comprometido. Sin embargo, los compañeros comenzaron a comunicarse entre los pabellones y ventanas -en un lugar muy difícil de hacerlo- para redactar una carta que le hicieron llegar al interventor del penal. La decisión de los presos de escribir este texto colectivo para expresar la necesidad de continuar trabajando en el espacio constituyó para nosotros uno de los logros más importantes. Este hecho de acción y organización colectiva, además de facilitar la reapertura del taller, reflejó el grado de autonomía alcanzado en el espacio y la visión de los internos para proyectar el trabajo hacia el futuro, aún en condiciones desfavorables. La iniciativa también puso en evidencia el valor que adquirió la palabra como instancia para modificar determinadas situaciones y, a su vez, explicitó la defensa del espacio como un derecho adquirido. En uno de los párrafos de la carta los reclusos expusieron la necesidad de “mantener este espacio de expresión, formación y encuentro: nuestro taller”.

La organización colectiva fue, desde los inicios, uno de las apuestas principales de trabajo en una institución que se estructura fuertemente a partir del autoritarismo, la verticalidad y la burocracia. Esto convierte a la cárcel en un lugar donde lo individual prima sobre lo colectivo. Y esto es así porque los presos viven hacinados, porque el trabajo en la cárcel sólo incluye a una porción mínima de la población y los espacios para educación son insuficientes. Como dijo un participante: “Nosotros tenemos la necesidad de tener un taller de periodismo en un lugar en que la comunicación está muy restringida, no se habla de más, no se dice nada, no se piensa, no se opina”.

De este modo los espacios -físicos y simbólicos- son lugares de fuertes disputas. En ese marco institucional -que es obviamente social y de políticas de Estado- trabajamos en el taller, partiendo de los lineamientos propios de la educación popular. Esto representa una opción política, una visión de la comunicación y la educación, pero además una necesidad que nos impulsa a llevar a cabo acciones organizadas con sujetos con potencialidades para decir y hacer. Así, lo colectivo, el diálogo, los vínculos afectivos y de confianza, los roles y las responsabilidades nos fueron marcando el camino para poder organizarnos en el marco de acciones grupales.

Periodistas presos

La sola presencia de un taller que necesita de la libertad de expresión como condición básica para poder funcionar aparece como una provocación, a veces como una contradicción, dentro de la cárcel. El oficio de escribir y la tarea de elaborar producciones periodísticas adquieren, en consecuencia, las más diversas formas dentro del encierro.
No sólo se habla de comunicación o periodismo, en el taller también se trabajaron las problemáticas relativas a los Derechos Humanos con los miembros de la Casa del Liberado; la prevención del Sida y la tuberculosis, junto a profesionales del Hospital Rawson y la cátedra de Infectología de la Facultad de Medicina. Entrevistamos a periodistas, a diversas autoridades de la cárcel, a docentes del penal y también a otros compañeros presos. Entre otras acciones, el año pasado hicimos una encuesta a ciento treinta privados de la libertad para conocer cuál es su conocimiento sobre la prevención y transmisión del Sida.
Además del concurso, también ejercimos el periodismo en carteleras semanales de información, periódicos murales, folletos y revistas que se distribuyeron en el penal, en otras cárceles de la provincia y también en organizaciones sociales y escuelas. La diversidad de actividades que promueve el taller se ve reflejada en un texto que elaboraron los participantes donde dan cuenta de “los compromisos realizados”: “Somos promotores de salud asesorados por médicos especializados del Hospital Rawson. Organizamos eventos. Trabajamos en computadora. Escribimos y editorializamos revistas. Realizamos periódicos murales. Damos charlas de prevención a compañeros. Programamos concursos con el objeto de informar y premiar a aquel compañero que recibió un mensaje claro y conciente sobre el Sida y la tuberculosis. Cubrimos eventos que se realizan dentro de la institución con reportajes y crónicas. Y vamos por más…”

¿Por qué trabajamos en la cárcel?
Si se considera que las prácticas autoritarias predominan como ejes estructurantes de las relaciones entre los presos, la creación de espacios para la comunicación adquiere un particular interés. Nos preguntamos, entonces, si en un ámbito atravesado por acciones violentas y deshumanizantes es posible inaugurar nuevos modos para que los sujetos puedan reconocerse como tales a través de la palabra y el diálogo.
El campo social está atravesado por múltiples espacios donde las necesidades urgen soluciones, donde la ausencia de voz es norma y regla, donde los sujetos quedan atrapados en las redes de la burocracia y la ineficiencia. Elegir la cárcel como espacio de construcción, entre muchos otros lugares igualmente urgidos, puede ser una apuesta difícil de explicar. Cabe preguntarse incluso ¿por qué no trabajar en la cárcel?.
Después de cinco años de transitar los pasillos del área, atravesar puertas con candados hasta llegar al aula y encontrarnos todos los viernes todos, tenemos la certeza de que en la cárcel hay hombres presos, no delincuentes. Que la categoría delincuente es una construcción social para cierto tipo de hechos cometidos por cierto tipo de hombres: pobres, con baja escolarización o alto fracaso escolar, habitantes de zonas urbano marginales o de los barrios más golpeados por la creciente desocupación. En la cárcel, los resultados de las políticas neoliberales de los 90 dejan de ser un índice negativo en una planilla y se convierten en miles de rostros humanos detrás de las rejas.
En consecuencia, la creación de un taller de periodismo en la cárcel implica también la apertura de espacios de diálogo y reflexión sobre el contexto y las razones que llevaron a los presos a delinquir. El desafío es generar instancias que reviertan la lógica de la cárcel como escuela de reincidencia y que permitan a los hombres constituirse en tanto sujetos, en el centro de una institución que se esfuerza por negarles ése derecho.

Contacto: periodistaspresos@hotmail.com

5 Comments:

At abril 21, 2006, Anonymous Anónimo said...

Interesante trabajo, los felicito por la iniciativa y espero que sigan por el camino buscando la libertad.

 
At mayo 18, 2008, Blogger unjovenquecuenta said...

Que opción!! qué decisión!!!. Autentica vocación de comunicadores. Felicitaciones, y que sigan creciendo.

 
At septiembre 22, 2009, Blogger Sil said...

..."el estudiar es un paso hacia la libertad"....quién tiene el poder de transmitir el conocimiento, de socializarlo tiene muchas "puertas abiertas"..Los felicito y sigan con la iniciativa, muy buena la página y les mando un fuerte abrazo desde la Madre Patria (soy cordobesa, vivo en España, abuela, docente y luchadora por los Derechos Humanos)...Sil

 
At septiembre 28, 2009, Blogger Sil said...

Reitero mi comentario de la semana pasada -que no se porqué razón no ha salido publicada,creería que es pro algún error que yo he cometido:........."Estudiar es un paso hacia la libertad, nos abre las puertas hacia el futuro y ustedes con mayor razón pues tienen dos herramientas importantísimas en sus manos: a)El saber, b)El ser periodistas...dicen que es el "Cuarto Poder"...y eso no es poca cosa.
Adelante y felicitaciones!!!! Un abrazo solidario:Sil,cordobesa desde la Madre Patria

 
At marzo 28, 2011, Anonymous Anónimo said...

Hola mi nombre es Sofia Reñones, soy Tallerista del CAJ de la Unidad Penitenciaria Nº 19 de Saavedra, Provincia de Buenos Aires, nosotros hacemos una revista que se llama Ave Fénix. Me encanto su revista aun no he tenido clase con los alumnos del taller de comunicacion pero me gustaría que me respondan y me cuentan como trabajan ustedes para transmitirles a mis alumnos su experiencia. Sin mas los saludo atte. Y los felicito por su emprendimiento, apuesto a todos estos proyectos que tengan que ver con la inclusion. Abrazos Sofia.

 

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